En la revista Semana con fecha de 13 de febrero de 2014 formulan la siguiente pregunta: “¿Qué se necesita, después de décadas de enfrentamiento fratricida, para que una nación pueda aprender a vivir en paz?” Al principio se torna sencilla y luego…profunda. El facilista daría una respuesta de momento, escueta; el que no quiere comprometerse, la evade o simplemente responde, no sé.

Existen tres tipos de saberes, según se ha enseñado desde la filosofía: el vulgar, aquel que es empírico y basado en la experiencia, el científico que es un saber sistémico y ordenado y el filosófico que busca dar respuestas a preguntas existenciales, esenciales y que van más allá de la realidad. Pues, esta pregunta se puede ubicar en el tipo de saber filosófico. Ya conocemos la realidad, nos la han contado y de hecho vivido con relación al conflicto que se ha dado en nuestro país. Pero la pregunta no se queda en sentimentalismos ni en deseos de retaliaciones…va más allá, sugiere una alternativa viable, una acción concreta y específica para poder aprender a vivir en paz.

De ahí que durante la semana pasada se reunieran en torno a esta pregunta más de 30 entidades multilaterales y de la sociedad civil, la empresa privada, los medios de comunicación y otros sectores que proponen contestar al país, con el proyecto: “Reconciliación Colombia”.
Si hay algo que caracteriza a una sociedad que, como la colombiana, ha pasado décadas en un conflicto armado son fenómenos como la estigmatización y la demonización del contrario, y una polarización apasionada e irracional en torno a temas como las fórmulas para salir del conflicto y los proyectos de país, que se traducen en cáusticos enfrentamientos en la política cotidiana.

Sin embargo, son muchos y muchas las entidades que quieren apostarle al cambio, a las oportunidades para el cambio, a la búsqueda y consolidación de la paz a través de la reconciliación.

La reconciliación se puede entender como “el restablecimiento de la concordia y la amistad entre varias partes enemistadas”. No hay paz sin perdón y sin reconciliación. La pregunta es clara ¿qué se necesita para aprender a vivir en paz? ya se tienen dos elementos como respuesta y un medio eficaz para lograr lo anterior, fue propuesto por el Papa Francisco en su mensaje con ocasión de la celebración de la XLVII Jornada Mundial de la Paz el 1 de enero de 2014: “La fraternidad, fundamento y camino para la paz”. Al respecto expresó:
“En este mi primer Mensaje para la Jornada Mundial de la Paz, quisiera desear a todos, a las personas y a los pueblos, una vida llena de alegría y de esperanza. El corazón de todo hombre y de toda mujer alberga en su interior el deseo de una vida plena, de la que forma parte un anhelo indeleble de fraternidad, que nos invita a la comunión con los otros, en los que encontramos no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer.
De hecho, la fraternidad es una dimensión esencial del hombre, que es un ser relacional. La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera. Y es necesario recordar que normalmente la fraternidad se empieza a aprender en el seno de la familia…”.

El Papa Francisco propone en lo que expresa, el camino, es tarea de los pueblos, y de cada persona en particular que se apropie de este medio y le dé la debida utilidad, es el camino, es la tarea para poder lograr la paz en todas las dimensiones de nuestro ser.

En comunión con lo expresado la “Fundación Aulas de Paz, formación y pedagogía para la vida”, se propone la reconciliación en estos tiempos en que los clamores de las víctimas de diferentes violencias, como la inseguridad, el despojo, la indiferencia, el desamor y el conflicto armado están clamando justicia. Conscientes de esta realidad, se considera necesario hacer un alto en el camino, reflexionar y proponer acciones de cambio. La motivación que convoca es a construir la paz desde nuestras posibilidades individuales de acción e incidencia, desde la experiencia personal de vida.
Se busca la no repetición de las acciones violentas generadas por el conflicto armado en Colombia. Los mentores de esta idea tenemos plena conciencia de la responsabilidad que nos asiste para desarticular todas las formas de violencia del seno de la familia, la escuela y la sociedad en general.
El deseo que se quiere materializar con esta iniciativa es la de entregarnos a una labor intensa y capilar de educación y testimonio, que ayude a niños, jóvenes y adultos a tomar conciencia a partir de la experiencia nefasta de la guerra contada por los mismos actores, como un gesto de Verdad, Justicia, Reparación y NO Repetición y, asimismo como una acción que contribuye a la formación y pedagogía para la vida.

La Fundación ofrece un espacio y un discurso de reconciliación en los cuales se acogen a todos aquellos que han padecido el conflicto o participado en él, con el ánimo de buscar, encontrar y conservar el restablecimiento de las reglas de juego de la sociedad sobre la base de unos valores, unos propósitos compartidos como son los de afianzar el reconocimiento de los Derechos Humanos y contribuir al reconocimiento de la legalidad y al sostenimiento de la institucionalidad.